Sabemos que el estrés no es bueno para nuestra salud pero es tan común en nuestra sociedad que al final nos acostumbramos a él y a los dolores de espalda, los dolores de cabeza o de estómago…
Todos hemos sufrido estrés o lo sufriremos en algún momento de la vida. En realidad, en situaciones intrínsecas de la vida podemos llegar a sentirlo: un nacimiento, enfermedades, accidentes, relaciones sentimentales, separaciones y defunciones. Y también en las situaciones del día a día: en el transporte público o colas en coche, un trabajo aburrido, tal vez mal pagado o peligroso, o al llegar a casa y encontrarte con obligaciones familiares.
Cada año de estrés reduce 6 años de vida
Elizabeth Blackburn, Premio Nobel de Medicina, descubrió la telomerasa y detectó el envejecimiento prematuro causado por estrés crónico. 6 años menos de vida por cada año de estrés. ¿Has hecho ya tus cuentas? Yo prefiero no pensarlo.
He estado indagando sobre investigaciones científicas y, como resumen de lo que más me ha impactado: el estrés crónico afecta a nuestros genes, mata células cerebrales, encoge el cerebro y afecta a la memoria. Ahora entiendo por qué últimamente me cuesta recordar los nombres de la gente…
Otro efecto del estrés, que ya había comprobado en mis propias carnes, es el debilitamiento del sistema inmunitario, y como consecuencia, la aparición de enfermedades.
¿Te ha pasado alguna vez que al inicio de vacaciones, o al finalizar una temporada estresante, has enfermado? Lo más divertido de todo es que no nos damos cuenta de la relación causa-efecto del estrés y las enfermedades y culpamos a la corriente de aire, un familiar que nos ha contagiado o cualquier otra excusa. En la mayoría de estos casos el cuerpo aguanta la tensión a la que lo sometemos de una forma impresionante, pero cuando esa tensión cesa, el cuerpo interpreta que ya no es necesario estar en alerta y aparecen las secuelas de haberlo tenido sometido bajo estrés tanto tiempo.
Si te fijas en las caras de las personas con las que te cruzas por la calle, en el metro, o en la forma agresiva de conducir, puedes darte cuenta de que realmente el estrés está constantemente presente en la jungla de nuestras ciudades.
El estrés afecta negativamente a nuestra salud, a nivel físico y psicológico y debemos ser conscientes de que es urgente remediarlo. Es más, debemos darnos cuenta que muchas dolencias que sufrimos son causadas por el estrés.
Las buenas noticias, ¡el estrés también salva!
El estrés también tiene la otra cara de la moneda, es decir, por un lado puede arruinarnos la vida y por otro nos la puede salvar. Así de contradictorio.
El estrés tiene su razón de existir. Gracias al estrés puedes evitar que te atropelle un coche, puedes huir de un agresor o enfrentarte a él, puedes reaccionar a tiempo para salvar a tu hijo… ¡Cómo vamos a condenar el estrés sabiendo que nos puede ayudar cuando lo necesitamos!
El estrés es una respuesta del cuerpo ante un peligro. Es, además, una respuesta tremendamente perfecta para activar todo tu cuerpo y tenerlo dispuesto a enfrentar situaciones que sin sus efectos no podrías hacerlo.
El estrés activa varias hormonas para que, resumidamente, tus músculos tengan la máxima potencia, tus sentidos estén agudizados, secretes endorfinas para que no sientas dolor y mejores la coagulación de la sangre. Una reacción para auténticos supervivientes de la jungla.
¿Entonces qué hacemos con el estrés?
Kelly McGonigal nos invita a hacernos amigos del estrés. En su charla TED explica que es nuestra percepción negativa sobre el estrés es la que nos causa sus devastadores efectos. Es decir, el estrés solo es malo si tú piensas que lo es.
Yo preferiría no hacerme amiga del estrés, y además, no estamos en ninguna jungla. Pero en favor de los argumentos de Kelly, en temporadas con demasiada actividad y mucho trabajo, seguramente me estresó más pensar que ese ritmo no me convenía que el propio ritmo frenético en sí. En otro artículo hablaré de el increíble poder de la mente y como afecta al estrés.
Remedios: cómo gestionar el estrés
Sabemos que el estrés está y estará presente en nuestra vida, en menor o mayor medida. Así que lo importante es saber gestionar el estrés.
- El primer paso para gestionarlo es detectar en qué momentos del día sentimos estrés y cuál es la causa. Éste puede ser el punto más complicado, ya que comporta ser conscientes durante todo el día y en todo momento pero como habitualmente vivimos tan acelerados y perdidos en nuestros pensamientos no cuesta detectarlos.
- Detectar patrones de pensamiento. El estrés se activa cuando el cerebro interpreta que hay un peligro. La jungla en la que vivimos no es una jungla real, la hemos creado en nuestra mente y los peligros en ella muchas veces solo nos los imaginamos. El poder premonitorio de la mente crea problemas hipotéticos cuando aún no han surgido y lo mantenemos en el tiempo dándole vueltas con nuestros pensamientos.
- Una vez somos conscientes de cómo nos afecta el estrés, el siguiente paso es aceptarlo. Sí, tan sencillo y de nuevo tan difícil. La aceptación es un gran trabajo interior que nos ayuda a sentirnos mejor y la gran puerta de acceso a la felicidad.
- Y el último paso es desconectar del estrés, darle al OFF. Si el estado de estrés se activa tanto si es porque hemos vivido una situación de peligro como si es algo que la mente ha creado con el pensamiento, debemos ser capaces de decir a la mente, y en consecuencia a nuestro cuerpo: “ahora ya no existe peligro, cuerpo, puedes desactivar la alarma y volver al estado de reposo”. El problema es que no sabemos hacerlo. Para conseguirlo, cada uno puede encontrar sus métodos: técnicas de relajación, yoga, meditación, correr, bailar, coser, cocinar…
¡Descubre cuál es tu fórmula para desactivar el estrés!
Puedes conocer más sobre el estrés, puedes aprender a gestionar tu estrés y a entrenarte para que sea un aliado en tu vida.