Tener objetivos forma parte de nuestra existencia. Un objetivo puede ser muy discreto y algo que puedas conseguir en un día, o puede ser un objetivo a largo plazo y que requiera de muchas acciones por tu parte. Pero lo primordial es tener algún objetivo que nos haga dar sentido a nuestra vida, de que vamos avanzando, de que tenemos algo útil que hacer en esta vida.
A veces pienso que morimos cuando ya no tenemos nada más que hacer en esta existencia terrenal. En los últimos meses de vida de mi abuelo, en el hospital, noté como su físico estaba llevando un camino hacia la tumba y su espíritu necesitaba salir de ese cuerpo. Cuando tuve esa sensación, él dijo: yo ya he hecho muchas cosas en esta vida. Ya estoy tranquilo y me puedo ir. Después de 101 años de vitalidad y tantas historias vividas, sí, podía irse tranquilo.
Cuando reflexiono sobre la muerte a veces siento miedo. No sabemos cuándo nos llegará la hora, no sé cuándo me llegará la hora. Pero me tranquilizo pensando que aún me quedan muchas cosas por hacer y hasta que no las haga no me iré.
Creo que todos tenemos un propósito en la vida. Estamos aquí por alguna razón que muchas veces se nos escapa, o no es consciente, pero existe. Tal vez es algo muy metafísico y aún no tengo conocimiento sobre ello, pero lo que sí tengo claro es que ese gran propósito se manifiesta con nuestros deseos, con nuestras ilusiones.
¿Cómo nos marcamos objetivos?
Los objetivos deberían estar alimentados por nuestros deseos e ilusiones, pero a veces nos marcamos objetivos que en realidad no sabemos cuál es su fuente. Puede que ese objetivo esté alimentado por un miedo o por una imposición exterior –familiar o social. Por ejemplo, el objetivo de tener un trabajo de lo que has estudiado, y que te asciendan y cobrar más. Y de tener una casa más grande. O de tener un novio o marido o hijo ya mismo porque todas tus amigas lo tienen. ¿Pero ese objetivo es realmente fruto de lo que tú deseas o es lo que crees que debería ser mejor para ti?
Tus ilusiones son tu gran tesoro
Me fijo mucho en comentarios como: siempre he querido hacer X, pero ahora ya no puedo. Me encanta X pero no tengo tiempo. Comentarios siempre acompañados con una sonrisa y un brillo en los ojos.
¿Por qué les damos la espalda a nuestras ilusiones? ¿Realmente es más importante nuestro trabajo de 9 a 7h? ¿Realmente tener hijos te impide para toda tu vida dedicar algún tiempo a lo que tanta ilusión te hace? ¿Estás segura que el dinero es el impedimento que te frena poder hacer lo que deseas?
Dar la espalda a una ilusión no nos ayuda a sentir la felicidad. Pensarás que hay cosas positivas en tu vida, PERO hay algo que desearía hacer y no hago. Y ese trágico PERO destroza todo lo anterior.
Últimamente está muy de moda (o al menos yo acabo leyendo textos de este estilo) el hecho de hacer un gran cambio, dejarlo todo para cumplir una ilusión. Obviamente no negaré que es una forma de avanzar en nuestro propósito en la vida, pero hay muchas formas de caminar nuestro camino. Y no todos tenemos que salir corriendo o saltar al vacío.
Lo que tenemos que hacer con las ilusiones es reconocerlas y ser conscientes de las limitaciones que nos auto-imponemos, de los frenos y los miedos. Debemos ser capaces de pelar esa alcachofa para llegar al corazón tierno, la esencia real de nuestra ilusión. Las hojas de las que tenemos que desprendernos son duras y puntiagudas, pero con paciencia y persistencia las puedes arrancar.
Una vez consigas llegar al corazón de la alcachofa, estarás conectada a tu gran ilusión. Cuídala. Mímala. Respétala. Acéptala y reconócela en tu interior. Obsérvala regularmente. Y sobre todo, nunca la niegues ni le pongas Peros.
Una vez la ilusión sea tu mejor amiga, sabrás que tendrás que hacer con ella y empezarás a establecer tus objetivos.
Muchas veces buscamos respuestas, porque no sabemos qué hacer, pero las cosas en la vida son más fácil de lo que creemos. Estando conectadas con nosotras mismas, las respuestas llegan como por casualidad.
Tú sólo ocúpate de aceptarte y reconocer tus ilusiones y limitaciones, y las respuestas vendrán. Un buen día sabrás qué debes hacer con esa ilusión. Confía.