Hace dos semanas que terminé mi Reto 30×30, 30 posts en 30 días, y hasta hoy no me había decidido a escribir de nuevo. Sí que tenía la intención de seguir con el blog y varias personas me han animado a hacerlo, hecho que refuerza esta intención personal. (¡Gracias!) Pero como la dedicación de escribir un post diario de entre 400 y 600 palabras es alta, durante estas 2 semanas he encontrado excusas variopintas para no hacerlo. No voy a ser demasiado dura ni exigente conmigo misma, así que voy a reconocer que me di al menos una semana de «vacaciones» del blog. Finalmente han pasado dos. Ningún drama, ¿no?
No puedo asegurar que todos los hábitos propuestos en los retos de 30 días se consigan. Ahora mismo estoy escribiendo con poquísima fluidez. Por lo tanto, sí puedo afirmar que es difícil mantener en el tiempo propósitos que nos cuestan esfuerzo. Y esfuerzo es tan amplio como la percepción que tenga cada uno de sentir que tiene que «forzar» algo.
Qué hay detrás del Reto 30×30
Para escribir un post diario he tenido que dedicar aproximadamente una hora y media al día. Incluso a veces más tiempo, cuando el tema requería de algo de investigación, reflexión profunda o cuando quería explicar demasiadas cosas. (Si el tema me interesa me animo a escribir y me cuesta finalizarlo para dejar contenido para otros posts.) Además, como quería mostrar imágenes interesantes para acompañar mis posts me liaba aún más tiempo a buscar fotos y retocarlas.
¿Y de dónde sacaba el tiempo? Pues de las horas de cenar y dormir. (¡Con lo que me gusta descansar mis 7 u 8 horas!) La escena es mi mesa del comedor con el ordenador, el iPad, el iPhone, hojas sueltas y alguna vez el plato de la cena. Aunque el plato no era mi compañero habitual, porque acostumbraba a cenar cuando ya había publicado el post, que solía ser pasadas las 11h de la noche. Cuando me pongo a escribir no quiero interrumpir mi momento de inspiración o de trabajo (sí, estas dos palabras tienen matices distintos).
Además, como las 12h de la noche era la hora límite para cumplir con el post diario no quería arriesgarme a no llegar a tiempo y, contradiciendo mis principios saludables, dejaba la cena para lo último. Sí, lo sé, puedo publicar un post indicando la hora que yo elija, pero me gusta ser legal. Al fin y al cabo es mi propio reto. ¿Me voy a engañar a mi misma?
Este esfuerzo me provocó un cansancio considerable. No dejé mis actividades diarias habituales, así que sumar esta dedicación extra me desgastó. No sé si fue consecuencia directa del blog o se añadieron otros factores, pero los últimos días del reto tuve muchas tensiones físicas y nerviosismo.
Mi aprendizaje del Reto 30×30
El reto 30×30 y en general escribir en el blog me ha proporcionado satisfacciones. El esfuerzo ha valido la pena.
- El hecho de tener el compromiso de escribir cada día me hacía estar despierta y consciente de lo que me pasaba y de las reflexiones que hacía conmigo misma. Y esto es importante para la calma y tranquilidad mental.
- Mis experiencias diarias eran mi inspiración: conversaciones con compañeros de trabajo, noticias de la radio, un periódico en mis manos, sensaciones cotidianas, costumbres sociales que presenciaba, cosas que me molestaban. ¿Y no es gratificante que el día a día sea inspirador?
- Casi todos los días tenía varios temas entre los que podía escoger, y aún tengo pendientes ideas anteriores para publicar. Así que por ahora soy generadora de ideas. ¡Suena bien!
- Me he demostrado que soy comprometida, persistente, trabajadora y creadora.
- A partir del blog he tenido nuevos contactos y conversaciones muy interesantes.
- Me gustan los retos y cierta presión me hace ser mucho más productiva. Sin este reto, de forma natural no hubiera escrito cada día durante 30 días. Está claro que tiene que gestionarse muy bien la presión y debe sea controlable, sino puede desbordarnos y traer consecuencias negativas.
- Me gusta escribir y reflexionar.
- Me gusta compartir mis ideas y reflexiones.
El hábito que he interiorizado
Más de uno me habrá oído decir: ¡esto puede ser un tema para mi blog! La vida sigue inspirándome para reflexionar y compartir. Tengo muchas ideas para seguir escribiendo e incluso estoy pensando en otros formatos…
No he asimilado el hecho de dormir poco, cenar a deshoras y escribir cada día unas 700 palabras. Pero sí he asimilado la actitud de cazar ideas y compartir reflexiones. ¡Así que voy a aprovecharlo!
Yo misma me digo: ¡PRUEBA SUPERADA!
Mención especial a los amigos que me han ayudado a inspirarme enviándome artículos o blogs de temáticas que saben que me gustan, como carnaza para mi blog. Así que a ellos un gran agradecimiento por solidarizarse con mi reto.
Primero de todo, ivette, felicitarte por afrontar el reto de volver a escribir. Dar la cara ante uno mismo y sobre todo tener algo que decir es un merito. El panico a la hoja en blanco es una tortura que se acaba en el momento en el que se decide dejarlo y seguir otro dia. Pero has sido valiente. Por eso es admirable.
Hoy he leido ina frase al respecto que me ha gustado: «nosotros no fracasamos nunca. Fracasan nuestras ideas. Cuando eso sucede solo hay que dejarlas y tomar otras nuevas».
Eso me hace pensar que la creatividad es una constante carrera de obstáculos donde constantemente nos caemos para volver a levantarnos. Y al final, cuando cruzamos la meta del objetivo llegamos exhaustos.
Con eso quiero decir que es bueno estar en forma desde un punto de vista creativo y que escribir un blog como cualquier Actividad requiere un esfuerzo. Pero cuesta menos si se está entrenado.
Espero que no tengas agujetas mañana y sigas dándole a la tecla, es un buen hábito. No lo pierdas.
Hola Ivette.
Amazing are going to happen. Keep doing !
Me ha gustado mucho este post, me parece muy inspirador. A mí me cuesta mucho escribir con constancia y me gusta que cuentes tanto las ventajas como los inconvenientes: que a veces te has sentido cansada, que has tenido que renunciar a cosas… pero que, aún así, ha merecido la pena.Te animo (muy mucho) a que sigas escribiendo.